Archivos Mensuales: May 2011

La Llamada

Su vida transcurría de lo más monótona y aburrida, levantarse todas las mañana, dejar a sus hijos en el colegio, un cómodo trabajo de oficina, pilates por la tarde, una cena tranquila en casa no le daban las emociones que buscaba. Bordeando casi los 40 años, veía poco a su esposo quien viajaba mucho por trabajo, y si bien eso pagaba las cuentas y daba tranquilidad, se sentía un mueble más en la casa.

Un día, en una de tantas reuniones entre sus amigas, en las que los chismes y la superficialidad estaban a la orden del día, escucha a una de ellas mencionar sobre los servicios de «compañía» que existen en las ciudades más cosmopolitas del mundo, y aunque estos servicios son brindados mayoritariamente por mujeres, es bien sabido que existen hombres que también prestan estos servicios.  Entre risas y burlas hipócritas, ella no lo consideró tan descabellado.

Al día siguiente no le fue difícil encontrar más información, anuncios en periódicos y en las redes sociales fue suficiente para darse cuenta de la variedad de servicios que se ofrecían a la clientela más exigente.  De entre todas las opciones, le interesó un chico, llamó al número celular y una voz masculina y joven contestó, ella con mucha vergüenza cerró. Era lo más emocionante que había hecho en mucho tiempo pero no tuvo valor en ese momento para hablar. Después de unas horas, volvió a llamar:

– «Hola»

– «Hola, perdón eres Pedro? llamo por tu anuncio»

– «Si, soy Pedro, cuéntame que puedo hacer por tí»

– «No estoy segura, es la primera vez que llamo a estos números, no se que decir»

– «No te preocupes, eso es normal, si quieres podemos conversar en este momento o si quieres también puedes llamarme más tarde, tal vez si lo piensas bien puedes estar segura de lo que quieres»

Ella cerró, le encantó la gentileza y caballerosidad de su voz, esa noche lo pensó mucho, tantos años de matrimonio, de respeto y fidelidad, se veían ahora tan frágiles, ella, una mujer madura y con experiencia se veía envuelta en una travesura de juventud, todavía sentía las cosquillas en su vientre al atreverse a hacer esa llamada y entre risas se preguntaba como pudo haberlo hecho.  Algo emocionada, estaba decidida a no seguir más con esa locura. Aunque lo intentó, no pudo borrar ese número celular, quién sabe si más adelante cambiaría de opinión.

Noche entre amigos

Mudos Testigos del Placer

No es casual que en los moteles donde se citan las parejas a descargar su frenesí sexual las habitaciones estén llenas de espejos.  Mudos testigos de horas de placer y sensualidad de amantes frecuentes, parejas casuales o extraños en un noche loca, constituyen un elemento importante el juego erótico de la pasión compartida.  Contemplar desde distintos ángulos el cuerpo desnudo de uno mismo y del compañero, despierta una voluptuosidad particular capaz de magnificar las sensaciones, incluso sin desviar la vista del espejo las caricias se sienten de forma diferente.

Para muchos, el espejo actúa como un ojo que mira desde la distancia y deja ver al mismo tiempo todos los detalles. Mientras ella se masturba, puede contemplar el placer en su rostro o el de su amante a la vez que su vulva se refleja ante si misma, o como cuando él la penetra y puede ver su pene entrado y saliendo de su vagina.  Cuando se inicia esta practica de la auto contemplación erótica, puede ser que inicialmente algunos prejuicios actúen contra el morbo, pero acostumbrarse a ello, sumar madurez sexual para ser testigo del propio placer, permite añadir nuevas posibilidades de goce.

Estos juegos despiertan la imaginación para conseguir nuevas variantes: el reflejo curioso y ajeno en los azulejos brillantes de la cocina, la intimidad acogedora del espejo del vestidor o el espejo del baño en medio de la bruma del vapor de una ducha caliente. Ciertos espejos especiales, como por ejemplo los retrovisores de los coches, permiten el intercambio de miradas insinuantes y eróticas, y en algunos casos, corrigiendo el enfoque del espejo, se transforman en verdaderas cámaras que trasmiten una situación erótica en exclusiva para el espectador al que va dedicado. Algo similar pasa con los espejos de los probadores de las tiendas que en ocasiones devuelven la imagen de un cuerpo desnudo e insinuante, un gesto provocativo o directamente una invitación sexual, cuando la cortina queda entreabierta.

El Discreto Encanto de los Pies

Más allá de las zonas erógenas clásicas por excelencia, otra parte del cuerpo que es objeto de deseos inconfesables son los pies, incluso se ha creado a su alrededor una especie de mitología de la adoración silenciosa que solo se maneja en ámbitos privados e íntimos, ya que los pies no tienen generalmente la mejor imagen como depositarios de poder erótico.

La podolatría (del griego podo, pies; latría, adoración) esta dedicado a todos aquellos que sienten una atracción especial por los pies, y en quienes despiertan deseos y fantasías sexuales. Los países de extremo oriente, China, Japón, Tailandia, entre otros, han sido el origen de muchas de estas prácticas. En Japón por ejemplo son muchos los amantes que inician los juegos previos a partir de los pies con caricias, masajes, besos y chupetones en los dedos como influencia de la reflexología. Esta ciencia entiende los pies como una representación de otros órganos del cuerpo humano, incluidos los genitales. De modo que estimulándolos en puntos específicos es posible despertar el deseo sexual en la pareja. Y el caso es que no solo logra excitarse quien recibe la estimulación manual y oral, sino también quien la realiza.

En otra cultura oriental, la china, se construyo el mito a partir de una leyenda que remonta la narración hasta el siglo XI. Se decía que la emperatriz Taki había nacido con una malformación congénita que les dejo los pies muy pequeños. Su padre, para evitar que se sintiera diferente y discriminada, decreto que cualquier mujer aristócrata del imperio, para sentirse bella y atractiva, debería tener los pies diminutos. A partir de ese momento a las niñas se les vendaron los pies desde su nacimiento para evitar el desarrollo de los mismos, de modo que al llegar a los trece años estuvieran totalmente atrofiados y no midieran mas de ocho centímetros. De esta manera los pies pequeños y delicados pasaron a tener especial consideración.

En nuestros tiempos modernos la explicación gira alrededor de la psicología.  Al igual que en otros casos de fetichismo, los pies constituyen un centro de singular atención para los padres del niño desde su infancia.  Estos suelen acariciar y besar los pies del bebé muy asiduamente como demostración de afecto.  Por su parte el infante juega con sus pies, se los mete en la boca y se entretiene con ellos chupándolos como si fueran sucedáneos del pezón materno.  Con estas manifestaciones subconscientes, no resulta extraño que un adulto pueda retroceder en el tiempo y recuerde el placer y afecto que le proporcionaron sus pies, saltando por encima de las prohibiciones morales que se le impusieron como mensaje represivos de que acariciar y besar los pies no es agradable.  La realidad es muy distinta, los pies proporcionan placer y constituyen un excelente potencializador sensorial que despierta el deseo sexual.

No todo es trabajo en esta vida

La Instructora de Aerobics

Eran las 06h00 de un día viernes y la alarma de mi despertador sonaba como todas las mañanas, había tenido un sueño reparador así que me sentía fresca y animada, miré a la ventana y vi los primeros rayos de sol que indicaban que iba a ser un día caluroso, decidí tomarme 5 minutos más y jugar un poco conmigo misma en la cama, después de todo hace más de un año que había terminado con mi novio y no me quedaba otra opción que calmar personalmente mis deseos sexuales, lo hacía con frecuencia. Suavemente acaricié mis senos y mis pezones no tardaron en endurecerse, con una mano los masajeaba delicadamente mientras la otra bajaba y se introducía en mi interior que ya empezaba a mojarse. Mi vagina abierta y húmeda dejaba ver mi clítoris que brotaba de ella, lo empecé a acariciar lentamente en movimientos circulares. Ya muy caliente, me quité el pijama, el interior y seguí con mi juego que me hacía retorcer de placer. Después de unos minutos, terminé de una manera tan intensa que mojé las sábanas más de lo normal, tuve que seguir masturbandome porque la excitación no paraba y los orgasmos venían uno tras otro. No era muy usual, pero me encantaba cuando así pasaba. Luego de eso me di una ducha fría, me puse mi indumentaria de trabajo, desayuné y salí al trabajo pensando en el maravilloso buenos días que yo misma me había dado, algo me decía que ese día mi cuerpo pediría más.

Llegué al Gimnasio justo a tiempo para la clase de aerobics de las 07h00 y ya mis clientes me estaban esperando. Buenos días Vanesa, me iban diciendo, Buenos días, contestaba. Justo a tiempo, me dijo una clienta, Si, hoy se me pegaron un poquito las sábanas, contesté un poco ruborizada, todos tomaron sus ubicaciones y empezamos la clase, poco a poco el gimnasio se empezaba a llenar. Instructores, terapistas, masajistas, empleados y clientes madrugadores empezaban a utilizar las máquinas de fitness, y es que en realidad las horas de la mañana antes de la jornada laboral, son muy congestionadas en los gimnasios de la ciudad y el día empezaba como cualquier otro. De repente ella entró y por primera vez la vi.

La noté nerviosa, vestida con indumentaria deportiva se acercó con sus cosas al área de aerobics donde yo estaba y se quedó en la parte de atrás a observar la clase. Ella me vio, la invité a que participe con nosotros, sonrió y con un gesto me hizo entender que esperaría a que termine la misma. Mientras seguía con mi trabajo, noté que no me quitaba la mirada. Al principio me sentí muy incómoda pero conforme pasaban los minutos me iba relajando y no permití que eso me afectara. Al recibir una llamada en su celular, empezó a caminar mientras conversaba. Aproveché para verla con ojos críticos, típicos de las mujeres cuando nos hacen sentir incómodas. Era alta, una figura esbelta y una linda sonrisa, y yo, sabiendo que soy una mujer con muchos atributos, no podía dejar de reconocer que ella también los tenía.

Al terminar la clase despedí a mis alumnos y noté que se acercaba, me sentía nerviosa, – Hola, tu debes ser Vanesa – me dijo mientras me estrechaba la mano, – ¿me conoces? – contesté y devolví el saludo, – no en realidad, me llamo Alicia, soy la nueva instructora de aerobics en el turno de las 08h00 – me dijo, me sentí más tranquila y le dije – supe que estaban buscando a alguien pero no creí que la encontraran tan rápido – Charlamos brevemente por unos 5 minutos y le dije que estaría en el gimnasio unos minutos más por si necesitaba algo, me agradeció y la dejé que empiece con su clase. Mi trabajo de oficina empezaba a las 09h00 así que tenía algo de tiempo y me quedé a ver su clase, era realmente buena como instructora, mientras estaba ahí nuestras miradas se volvieron a encontrar pero ahora no sentía ninguna incomodidad.

Ya en la oficina, hubo una conversación acerca de parejas homosexuales y yo empecé a fantasear con ella, que me pasa? estoy loca?, pensaba, a mi me gustan los hombres!, me repetía una y otra vez mientras me acordaba de las maravillosas horas de sexo con mis anteriores novios. Me acordaba también de aquel beso que nos dimos en el baño con mi mejor amiga cuando éramos adolescentes en aquella fiesta del colegio, estábamos borrachas y no podíamos parar de reírnos. En ese entonces pensé que era una locura más de juventud, pero ahora los recuerdos volvían y por momentos fugaces me imaginaba besando a Alicia. Me reía pero no le di mayor importancia. Tengo que conseguir un novio YA!, pensaba.

Mientras transcurría la mañana, trataba de que mis extraños pensamientos no interfieran en mi aburrido trabajo de oficina. Al medio día recibí una llamada: – Aló – dije, – Aló, Vanesa? – me dijo, – Si –, contesté, – quién es? -, – Soy Alicia, nos conocimos esta mañana en el gimnasio -, me sentí nerviosa al oir su voz y pensaba: «definitivamente estoy loca», – cómo así me llamas?, cómo conseguiste mi número? – le dije, – Está en tu agenda de apuntes, la dejaste en el suelo esta mañana después de tu clase –, me dijo, – no es algo que una chica como tu debería dejar olvidado, y menos con su número celular –, acotó. Rápidamente busqué mi bolso y efectivamente no tenía mi agenda, – tienes razón, como pude dejar olvidada mi agenda -, le dije, – no te preocupes, solo quería que sepas que la tomé yo, si quieres te la puedo devolver el lunes en el gimnasio o si es muy importante la puedes venir a ver a mi oficina – me dijo, – mmm – hice un silencio, no sabía que decir, al notar mi duda ella agregó – Que tal si almorzar juntas, no tuvimos tiempo de charlar más esta mañana –. Estaba a punto de contestar «gracias, me la devuelves el lunes», cuando por alguna razón dije: – claro, podemos almorzar juntas, me urge mi agenda –, por supuesto estaba exagerando.

Nos citamos en un centro comercial y buscamos un lugar nada especial, mientras caminábamos, notábamos en los hombres miradas de deseo, y en las mujeres, de envidia, ya estábamos acostumbradas, después de todo éramos 2 instructoras de aerobics en ropa casual y no pasábamos desapercibidas. Mientras almorzábamos, conversamos de todo, temas profesionales y de nuestra vida privada, las dos estábamos solas y teníamos vidas muy similares. Mientras charlábamos mis ojos la veían de una manera especial, una sensación tierna y excitante a la vez y sentía que era correspondida. Al momento de despedirnos me dice: – La he pasado muy bien contigo hoy, espero que no sea la primera de muchas veces juntas -, se acerca para despedirse con un beso, toma mi mano y me entrega una nota. – Léela cuando llegues a la oficina – me dijo, por supuesto no esperé tanto, la nota decía: «Salgamos esta noche»

En la tarde no podía dejar de pensar en ello, qué debía hacer? hasta donde llegaría este juego aparentemente inocente? Porqué me sentía atraída por otra chica cuando siempre he estado segura de mi sexualidad? Porqué esa atracción había sido tan repentina? Sentía que tenía que verla esa noche y aclararle de una vez por todas que soy heterosexual, que me fascinan los hombres, decidí enviarle un mensaje aceptando su propuesta y nos pusimos de acuerdo con el lugar.

En la noche me vestí muy sexy y atrevida, como si tratara de conquistar al mejor chico del bar, aunque en realidad quería verme bien para ella. Las dos llegamos puntuales al lugar, nos sentamos en la barra y pedimos un par de cócteles. Mientras conversábamos sentíamos las miradas de todos los chicos del lugar, a nosotras no nos interesaba, estábamos animadas y encantadas con la velada. La noche se iba entre tragos y risas y el bar ya estaba por cerrar, – seguimos en mi casa? – me dijo, – tengo una excelente botella de vino y buena música –, siguió, – Anímate, solo estaremos tu y yo, mañana no tienes que trabajar -, lo pensé un poco pero al final acepté.

Mientras íbamos en el taxi, tomó mi mano y no pude ocultar mi nerviosismo, no estaba segura de lo que pasaría pero era obvio que algo más que una simple amistad se estaba tejiendo. Se acercó a mi oído y me dijo, – no tengas miedo, nadie te va a entender mejor que otra chica –. Al llegar a su casa pusimos música, destapamos la botella de vino y nos sentamos a conversar en el sofá, a los 5 minutos aprovechó un descuido mio para acercarse y besarme, al principio la rechazaba pero poco a poco los besos se hacían más intensos. Delicadamente empezó a acariciar mis senos y sentía una mezcla de dudas y excitación, luego empieza a bajar el cierre de mi blusa y para ese entonces ya estaba muy caliente, aún así alcancé a decirle – esto no está bien, apenas te conozco y además somos mujeres –, ella contestó, – y siempre lo seremos corazón –.

Poco a poco nos fuimos despojando la ropa que ya empezaba a estorbar. Nos recostamos en el sofá y seguimos besándonos mientras nos quitábamos lo poco que quedaba. Completamente desnudas nos turnábamos para besar nuestros senos, al mismo tiempo toma mi mano, la coloca en su vagina y la empiezo a acariciar, ella hace lo mismo, – estás muy excitada –, me dice notando lo mojada que estaba. Recorriendo mi cuerpo, empieza a lamer mi vientre y baja lentamente hasta encontrar mi clítoris que estaba de lo más hinchado y brotado, ningún hombre me había hecho sexo oral de esa forma, y mientras lo hacía, veía como se masturbaba, eso me excitaba más. Luego de unos instantes, se coloca encima mio en posición 69, no me fue difícil complacerla también, quien mejor que una chica para saber donde dar placer a otra. Entre gemidos y caricias no nos costó mucho tiempo llegar al orgasmo juntas. Esa fue el primero de muchos más que hubieron esa noche.

En la mañana siguiente nos bañamos y desayunamos juntas, conversamos y acordamos no volver a mencionar el asunto, debíamos darnos tiempo para pensar si lo que había sucedido fue un impulso espontáneo de sexualidad femenina o si algo realmente especial había pasado entre nosotras las últimas 24 horas. Ella estuvo de acuerdo, me prestó algo de ropa, y me despedí de ella. Al medio día la llamé para decirle que esa noche la esperaba en mi casa, ella me contestó – Sabía que llamarías –

Delicado Placer

Según corrientes ideológicas sectarias e importantes sectores conservadores que crean opinión publica, todo acto sexual que no conduce a la reproducción, es anti-natural. Dentro de esa negación explicita del placer, el ano es probablemente la parte del cuerpo considerada tabú por excelencia.

La influencia del lenguaje y las ideas católicas de la sociedad civil, hace que el sexo anal fuese calificado como sodomía, en referencia a Sodoma la mítica ciudad que aparece en el libro del Génesis de la Biblia, la cual encarnaba las peores perversiones y que fue castigada por Jehová con su destrucción. Esta y otras leyendas extravagantes y ridículas, mezcla de ficción y exageración premeditada, hacen que perduren todavía en algunos países esas ideas prohibitivas del sexo anal, siendo perseguido incluso en la vida privada de los ciudadanos y negando en ellos su libertad mas intima.

No se trata de reivindicar el sexo anal, sino simplemente liberarlo a través de una sola idea. En la búsqueda del placer, el ano es una fuente natural de satisfacción sexual, ya sea para penetrarlo como para jugar con el, y constituye una practica que complementa otros actos placenteros.

MIEDOS, DELICADEZA, ASEPSIA E INFORMACIÓN

Muchas mujeres, tienen temores y rechazo por prejuicios religiosos, higiénicos o por el dolor que supone la penetración por esa vía. A pesar de resultar una practica de lo mas placentera, la desinformación crea una barrera inhibidora y ante la duda, mejor no hacerlo. En los músculos que rodean el orificio anal se concentran más terminaciones nerviosas que en cualquier otro lugar del cuerpo, de manera que las posibilidades de convertirse en emisor de placer son muy amplias. Es importante disponer de la información adecuada que rebaje los miedos y las tensiones, saber que la higiene no es un problema, que se requiere asepsia, igual que cualquier otra parte del cuerpo antes, durante y después de los juegos sexuales. La comunicación es esencial, hablar del tema en pareja y si los dos están de acuerdo incorporarlo a los juegos sexuales y estar atento a las reacciones de la mujer, comprender que es necesario ir con cuidado y despacio, que la rudeza provoca rechazo, se trata de experimentar placer juntos, y por ningún motivo debe ser impuesto o exigido, así como tampoco negado por completo.

En el caso de los hombres, las barreras intimas ligadas a la psicología masculina van por otro camino. La mayoría de hombres heterosexuales piensan que el ano solo sirve para fines homosexuales y si su pareja juega, toca, besa, o penetra el ano, y obviamente esto produce placer, es por que son homosexuales o van camino a serlo. No conciben que el placer desconoce la orientación sexual y se produce como una simple consecuencia de la estimulación de las terminaciones nerviosas. El ano masculino tiene la particularidad de al ser penetrado levemente permite estimular la próstata, lo que proporciona una sensación de placer tan intensa que no solo facilita la penetración, sino que eleva el deseo a tal punto que muchos hombres ansían eyacular en ese momento . Muchos hombres rechazan las caricias anales y sobre todo la penetración sin darse cuenta que su pareja también disfruta de este juego sexual.

Cuando se han superado tanto en él como en ella esas barreras psicológicas, la vida sexual de la pareja se enriquece positivamente. Es importante entender que el ano, a diferencia del pene o la vagina, no generan secreciones que facilitan la penetración, por lo que es necesario lubricarlo con distintos productos disponibles en el mercado de tal manera que cualquier elemento que se desee introducir, se deslice sin roces bruscos ni frotamientos irritantes o dolorosos. Al principio el temor aparece como la barrera inicial a vencer, empezar primero con delicados masajes con la yema de los dedos acompañados de una suave masturbación, luego, dependiendo de las reacciones de la parte receptora y sin ninguna prisa, penetrar primero con media falange para luego utilizar uno o dos dedos. En el caso de la mujer, la creciente sensación orgásmica que se apodera de ella favorece la distensión tanto de la vagina como del ano, y en el caso del hombre la estimulación prostática hace que la penetración se haga sin dificultad y evita el dolor.

Una vez lograda la predisposición física y mental, el hombre o la mujer están listos a ser penetrados, la introducción del pene o de un juguete sexual debe hacerse con suma delicadeza observando reacciones dolorosas del receptor, ir a un ritmo lento incrementando la intensidad conforme el receptor lo pida. La pareja puede experimentar diferentes posiciones sexuales hasta encontrar la que sea más cómoda para ambos, recurrir a la masturbación mutua para aumentar el placer. El final siempre será un momento de goce compartido.

La carga erótica del sexo anal depende de la naturalidad con la que se tome el acto, durante la penetración por el ano o después, es posible que se produzcan flatulencias propias del conducto rectal o que pequeñas muestras de excremento queden expuestas. Son situaciones habituales que deberían aceptarse sin pudores y que la pareja debe manejar con mucha discreción y respeto, estas situaciones quedan ampliamente compensadas por el goce ilimitado que se experimenta, si aún así son muy incómodas para ambos, el uso de preservativos es recomendable. Así mismo las personas que tengan cualquier problema patológico como hemorroides, fisuras en el recto, etc., deben evitar la penetración hasta superar el problema.

En definitiva como en cualquier otro aspecto sexual, la comunicación es vital y los límites los pone la pareja. En mi caso en particular con Nacho disfrutamos mucho del sexo anal y es parte importante de nuestros momentos de intimidad. Atrévete a discutirlo y a hacerlo con tu pareja, se que lo disfrutarán.

Lista para la fiesta

Erotismo Ancestral

Ondulantes y sugestivas bailarinas, en espectáculos públicos o privados, fueron el centro de atención de miles de hombres desde el comienzo de la historia, concretamente en la Grecia antigua, el imperio romano y el medio oriente, cuerpos cimbreantes y semidesnudos se movían rítmicamente y liberaban las fantasías de sus observadores, despertando en ellos su lujuria y sus más bajas pasiones.  Al inicio de nuestra era, las puellae gaditanae (bailarinas formadas en el sur andaluz) montaron en Roma compañías que acudían acompañadas de músicos a fiestas contratadas  por hombres ricos o a espectáculos públicos, estos grupos de músicos y provocativas danzantes cultivaban en las capitales imperiales con sus cantos y bailes incitantes, que en algunos casos servían como aperitivo de orgías desenfrenadas de reyes y emperadores.

En otras latitudes del mundo, algo similar sucedía con las danzas árabes, aunque estas ultimas con una carga de erotismo más sofisticado, donde los velos transparentes jugaban un papel especial.  En los prostíbulos franceses a finales el siglo XIX  existía el “servicio” en el que los clientes podían mirar de manera abierta, algunos hombres llevaban a sus esposas a los burdeles a ver espectáculos eróticos, con la intención  de desinhibirlas y estimular su sensualidad, luego las convencían para que se acostaran con otros clientes mientras ellos observaban atentamente, si no tenia pareja, pagaban a una prostituta y la ofrecían gratis a otro hombre con la única condición  de poder mirar como mantenían relaciones sexuales.

Con el éxodo masivo de muchos europeos a América entre los siglos XVIII y XIX, muchos de estos espectáculos empezaron a popularizarse también en nuestro continente y ya para inicios del siglo XX eran ampliamente conocidos en las grandes ciudades.  Las primeras fotografías con temas pornográficos datan de los años 20, mientras que las primeras producciones fílmicas en ese género empezaron en los años 60s y se afianzaron en los 70s con la mundialmente famosa Garganta Profunda de 1972.

Prepararse para lo que viene

El momento sexual en pareja no es un acto que se hace porque si, es como subir a una montaña que requiere mucha preparación antes y durante el ascenso.  Es una aventura que culmina con el placer inconfundible de estar en la cima por unos instantes.  No es el llegar a a la cúspide lo que mueve al alpinista, es escalar la montaña lo que hace inolvidable esta aventura y lo mueve en deseos de repetirla una y otra vez.  La cima siempre estará ahí, pero habrán muchas formas de llegar a ella.

Durante los juegos sexuales le muestro a mi pareja esa faceta de mi personalidad que solo muestro en la privacidad de la habitación, me excita saber como mi juego de seducción despierta en él sensaciones que estimulan sus sentidos y hace crecer su excitación mientras me contempla.  Ponerme mi mejor lencería, un baile seductor, empezar a quitarme la ropa lentamente, sentirme provocativa y deseada en la cama luciendo para él solo mis zapatos y mi mejor perfume, son acciones espontáneas que tienen un efecto estimulante para ambos.  Me excita ver como crece su deseo de poseerme mientras me toco y acaricio delicadamente en un momento que es solo mio y donde él es el único espectador privilegiado.  Cuando no puedo más de placer una mirada o un gesto mío lo invita a acercarse y poseerme y siento que delicadamente entra en mi ser en una sinfonía de movimientos sincronizados cargadas del más puro erotismo, los dos subimos juntos a esa montaña y mientras lo hacemos, los gemidos de placer se hacen más intensos, y aun cuando no pensamos en la cima, sabemos que estamos a punto de llegar a ella.